////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

domingo, 31 de octubre de 2010

EL MARTIYO SALUDA A NÉSTOR KIRCHNER...

NO SE MURIÓ NADIE 
 
El cuerpo fue sepultado, el ser y su ausencia seguirán andando por mucho tiempo. El mito ya está en pie. Los hombres y las mujeres, y los muchísimos jóvenes que manifestaron su dolor y la fuerza que les dio esta muerte, certifican su nacimiento; y los otros, los que eligieron el miedo del odio, lo rubrican. Néstor Kirchner entró exactamente en la inmortalidad.
Incluso La Nación, con mucho cuidado, casi con temor, destacó la pasión de los “miles y miles de jóvenes” que encabezaban y cerraban y vivaban el cortejo. Clarín, como espantado, todavía hoy habla de “multitudes”.
Y es que ellos saben que esos miles y miles de jóvenes y esas multitudes no son sino la punta del iceberg de otros miles y miles de jóvenes y de otras multitudes que no estaban allí, pero sí… Y ellos saben también, porque ya se los enseñó la historia, que esos millones de personas todas juntas, no son sino el solo cimiento pétreo de esa inmortalidad, y de su lucha. Por eso tanto cuidado, casi temor.
La historia argentina precisará de muchos años para acabar de medir la importancia de este hombre, pero un día por fin el tiempo habrá limpiado de minucias contemporáneas su figura, las miserias que hoy le adjudican se extinguirán con los miserables que se las adjudican, y nada más quedará claro el enorme mural de su trabajo, la gesta de su gobierno, el heroico salvataje de un país a punto de astillarse, y su milagrosa resurrección económica, social y política, tres veces histórica.
De a poco el tiempo separará paja de trigo, no sabrá qué hacer con sus criticados mocasines, y su indemostrable “autoritarismo”, y se quedará en cambio con que fue el primer presidente en 30 años de democracia que liberó a la Corte Suprema, con la que se murió peleando justamente porque no era “suya”.
Para entonces se habrán callado las voces ya inaudibles que lo acusaban de usar los derechos humanos para hacer política, pero quedará en los archivos el listado de asesinos juzgados y condenados, y que los presidentes precedentes habían dejado libres y más que perdonados….
Las burlas bobas por su mirada extraviada se apagarán incluso antes que el triste coro de bobos que las solloza, y se recordará mejor que fue quien puso fin por fin a mucho más de una década de relaciones “carnales” y contra natura con los Estados Unidos, para alinearse con Latinoamérica y sacar de una vez por todas de los discursos el sueño bolivariano de la patria grande…
La historia tiene mucho trigo para contar y mucha paja que olvidar. Y de ese trabajo se ocuparán justamente esos “miles y miles de jóvenes” que La Nación destaca -no Tiempo Argentino-, “las multitudes” admitidas por Clarín, no por Víctor Hugo; incluso los “bebés en brazos” de esos padres ya no tan jóvenes se ocuparán también de limpiar de algas el mito, y de encarnarlo… Por eso el cuidado, el respeto, casi el temor del enemigo franco. Porque un mito no es una estatua inerte en su mármol, sino más bien un espíritu que inspira y alienta.
El cuerpo fue sepultado, allá en el sur, donde había nacido, cruzó en un vuelo su Patagonia entera, y antes del estrecho de Magallanes lo enterraron de una vez, sin otra pompa ni más ceremonia que los hombres y las mujeres y los jóvenes de su pueblo, los que estaban allí, y los que no, los que son él ahora y por eso cuidarán de su legado, y de su viuda. El cuerpo fue enterrado, la lucha no.
“Néstor con Perón, el pueblo con Cristina”, sintetizaba ayer una pancarta registrada tan luego por Clarín… lógicamente con todo respeto, con sumo cuidado, casi con miedo… Ellos saben, cómo no. Algunos, los más flojos, pretenderán subestimarlo por un tiempo, dirán que es puro melodrama necrófilo y mediático, que ya pasará, que no pasó nada, que se murió y que chau… Pero los que piensan así no importan. Ellos mismos, desde arriba, los llaman “la gilada”. El verdadero enemigo no se engaña..
Con diferentes banderas pero la misma furia, llevan una vida peleando sin suerte contra contra Rosas o Perón, contra Eva Duarte, contra imágenes que no son sino el espíritu de ese pueblo que sólo quiere justicia, dignidad y paz, pero que no cederá hasta conseguirlas. Ese pueblo que ellos creían muerto, pero que no lo estaba, y ahora acaban de verlo, de allí el temor… ya casi espanto.
Por un rato, bien lo sabemos, ellos celebraron. En un flash de codicia se imaginaron un país de vuelta sin él, una viuda por fin sola y frágil y fácil de aplastar, y otra vez la impunidad, otra vez los grandes negocios, las AFJP, Papel prensa, el escolaso financiero de los ministros que ellos ponían y sacaban, de nuevo el jubileo, los días dorados… por un instante, por lo que dura un espejismo, lo imaginaron muerto y tocaron el cielo con las manos.
Luego bajaron los ojos y vieron las calles, las multitudes, los hombres y las mujeres, los chicos, los jóvenes, la pasión de ese pueblo como un solo ser abrazado a su viuda la presidenta… y vieron que no, que Néstor Kirchner no se murió un carajo, y lo que es peor: vieron que ya tampoco podrían matarlo nunca.
De allí el espanto de ellos: la gloria es de nosotros, no se murió nadie: estamos todos vivos. 


 Imagen parcial de los que estaban en la Plaza, y de los otros, los que no pero también.

jueves, 28 de octubre de 2010

MURIÓ KIRCKNER, el día despuès


EL DÍA DESPUÉS


En medio de la conmoción de todos, del dolor de muchos, y de la alegría callada por vergonzosa de otros tantos; son horas sin embargo muy preciadas para medir, en vista a las próximas elecciones, la exacta capacidad de hipocresía de los vivos en pugna.
En las próximas horas, y sólo por las próximas horas –como un raro eclipse, el fenómeno será efímero-, todos los electores del país podremos evaluar con precisión hasta dónde son capaces de mentir todos los candidatos, uno por uno… Las cosas que dicen, la cara que ponen, si se les rompe o no, si les queda algo adentro, o si son pura ambición y nada más. Como un raro eclipse, el fenómeno permitirá ver cosas que habitualmente no se ven.
Ahora es la hora de mirarlos a los ojos a todos esos que todos sabemos que hasta ayer a las nueve de la mañana se cocinaban juntos en la misma olla del odio, y que de golpe son obligados sin previo aviso a mostrar respeto, valoración, reconocimiento… los hay que incluso ya deslizan afecto.
Cobos, Bergoglio, Macri, Biolcatti, la Carrió, es decir: Clarín, La Nación,  la Sociedad Rural, la Iglesia Católica, las instituciones y sus hombres que disftrazados de oposición más bien se dedican al sabotaje; es una buena hora para mirarlos a los ojos a todos cuando nos cuentan ahora su dolor, su consternación, su conmoción…. su hipocresía.
Desde luego nadie espera que en un gesto de inesperada honestidad festejen en público…pero ya vemos algunos más sobrios, que se limitan resignados a la manifestación protocolar y punto; y otros que no, otros que sin ninguna demora adoptan la forma del recipiente que los contiene, se cuelgan la cara 58, y le dan para adelante con el dolor y el respeto y el recondimento que bien sabemos todos que no sintieron ni sienten ni sentirán jamás.
De golpe fueron todos descubiertos.
Un hecho político del tamaño de una tragedia nacional, los dejó al descubierto.
Pueden mentir, pero ya no ocultarse. Al contrario: ahora cuanto más mientan, más expuestos quedarán.
Es raro. Es como un eclipse.
Por unas horas otra luz nos dejará ver bien las caras y las caretas, la congoja sincera, el sincero respeto, el quién es quién en carne viva….
Una oportunidad rara y preciosa en pleno desconcierto y en vista a las próximas elecciones.
Como una gauchada póstuma de este varón singular.              




miércoles, 27 de octubre de 2010

Murió Kirchner, primeros instantes...

MURIÓ NÉSTOR KIRCHNER

Escribíamos un vano post sobre fútbol cuando explotó la noticia.

Ahora escribimos mientras buscamos más información. No estamos en la Argentina.

Pero ya lo confirman todos los medios.

Murió Kirchner.

Inmediatamente pensamos en ella, y en la oposición, y luego en la sorpresa de todos, en el desconcierto profundo que toda muerte produce, en el desconcierto nacional que abre ésta.

Murió Kirchner, Néstor Kirchner ha muerto. Precisamos escribirlo.

Hubo avisos, pero igual desconcierta.

Todas las demás noticias de todos los diarios envejecen de golpe, una grieta repentina se abre sobre la realidad deja un vacío y sigue ya otra cosa.

Pero por ahora es el vacío.

Pensamos en sus hijos, y otra vez en ella, no en la presidenta, en su viuda. En esa mujer sola de pronto con su familia y un país a cuestas. En su inmensa desolación, en su dolor, en su templanza, en el festín de los caranchos, en el odio que le tienen, y en nosotros.

“Viva el cáncer”, pintaban en las paredes los contras cuando se moría Evita.

Flashes que nos vienen del país que sabemos. Son los primeros minutos de una noticia enorme. Apenas por desahogarnos telegrafiamos nuestra conmoción personal, y nada más.

Murió Néstor Kirchner, del corazón, en el Calafate. Ya se sabe todo lo que pasó menos todo lo que viene.

Imaginamos el revuelo en las redacciones, en los más altos despachos, en la oposición y en el oficialismo, las rápidas especulaciones, los movimientos veloces, feroces, rapaces, la soledad repentina y total de esa mujer…

Con la necrofilia que nos caracteriza, acaso una primera ola de adhesiones le permita unos días de imposible consuelo. No nos sorprendería.

Pero aún conmovidos no se nos escapa que durante ese lapso las hienas permanecerán agazapadas, esperando que se despeje la multitud para asaltar su presa malherida.

Conmovidos pero no quebrados, nosotros, y no sólo nosotros, estaremos atentos.

Ha muerto un presidente democrático, el primero que hizo crecer al país en 50 años, el que no pactó con ningún asesino, el que nos sacó de la crisis más grave de nuestra historia, el hombre que presidía el Unasur porque no en todas partes ningunear es el juego. Murió y murió en pleno combate, en plena marcha, y la dejó.

Murió Néstor Kirchner. Los diarios de hoy no sirven más, la programación del día estalló en pedazos, el país enmudece o balbucea, farfulla o solloza, festeja a escondidas embrutecido o avergonzado… son los primeros minutos de una noticia enrome, horas de vacío y desconcierto, y de silencio.