////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

domingo, 3 de marzo de 2013

CLARÍN, LA NACIÓN, CAVALLO, Y EL SINDROME YABRÁN



Quedó en el imaginario colectivo que Alfredo Yabrán mató y se mató porque el secreto de su impresionante poder se basaba en la invisibilidad pública de su figura, y que aquella foto de José Luis Cabezas, los condenó a los dos. 
Algo así le sucede al Grupo Clarín-La Nazión desde el trágico día en que salió a la luz pública la verdad primera: Papel prensa. Desde entonces el Grupo también, como Yabrán, manda matar y se mata hasta que por fin se muera.


EL SÍNDROME YABRÁN



La gente, el público, el civil ajeno a los medios, el grueso del electorado, digamos, ignoraba esa curiosidad mundial: en ningún otro país dos diarios eran los únicos dueños de todo el papel para diarios que se producía en ese país. Desde entonces, desde que esta tremenda verdad escapó al ámbito de las trastiendas de las redacciones y las editoriales, ellos, Clarín-La Nazión, como Yabrán, mandan matar y se matan.
Desnuda tamaña verdad, poco tardó en resolverse la otra: no había más oposición que dicho monopolio, y sus marionetas de ocasión, políticos endebles y flexibles, gloriosos bastardos enviados a vender un detergente que ensucia los platos. Fusibles que saltan y se cambian, se descartan, o se reciclan. Allí van y vuelven Cobos y la Carrió, la Bullrich, Lanata; grandes socios como el hijo de Macri, de Narvaez; Duhalde, patrono de la pesificación… Bien ya lo dijo sin embargo el mismísimo Magnetto: “con estos no se puede armar ni una murga suplente” ¿Por qué insisten entonces con ellos? Tal la hondura de ese vacío.
Y tal el vértigo de la caída, que hoy La Nazión, perdido por perdido, difunde el pensamiento vivo del políticamente muerto Domingo Cavallo, recientemente citado en nuestros Destellos Apócrifos por su posible máxima: “Cría cuervos, y comeremos ojos”.
En el marco de las repercusiones del discurso presidencial en el Congreso, La Nazión, sin prólogo que lo disculpe, reproduce las opiniones hechas por el incendiado Cavallo en su propio blog (porque tiene uno, parece).
No importa, desde luego, lo que diga Cavallo. Siempre alterado como su mirada lo indica, agravia a la presidenta entre rápidas y confusas explicaciones que pretenden negar en pocas líneas lo que tanto sufrimos durante tantos años todos. Desde un punto de vista, nobleza obliga, Cavallo no carece de comicidad. Lo trágico es La Nazión, que recurre a Cavallo como quien demuestra estar de verdad perdido por perdido, y va y se arranca la careta y pierde toda compostura.
Y ahí la buena noticia: Clarín, La Nazión, lo que son, suponen y ocultan, se ocultan cada vez menos. La foto trágica de Papel prensa descubrió el secreto invisible de su tremendo poder, que sangra desde entonces; y desde entonces, desesperados, acorralados, mandan matar, y se matan.
La Nazión es Cavallo, nunca fue otra cosa. Lo escondió en el sótano cuando el desastre grande, pero nunca dejó de alimentarlo. Es su mastín. Su símbolo. Su criatura. Su modelo. Su verdad. Su historia.
Clarín es Cobos, la Carrió, Lanata o Shocklender, los fondos buitres, las cautelares eternas, Clarín es cualquier cosa, pero a ninguno de los dos les importa ya lo que se piense de ellos. Cautivos de la rabia y el engaño, todavía mantienen un público, y el resto… el resto que lo sepa de una vez por todas: ellos son ellos, sus propios exclusivos intereses, privilegios y negocios, y el resto no importa nada.
Descaradamente, Clarín titula su tapa de hoy con este título de escaso rigor periodístico, y por lo tanto, de alto valor sintomático: “Para la oposición, Cristina busca dominar la justicia”.
Escaso rigor periodístico porque es un titular pero no anuncia, no informa, ni siquiera opina, apenas supone y tampoco especifica... ¿Qué oposición? ¿Ellos mismos?
Ya nada importa. Qué periodismo ni qué mierda. No hay reglas, valen los golpes por debajo del cinturón y con un cenicero en la nuca, ya nada importa. Ni siquiera vivir. Mejor matar a todos aunque esto nos incluya.
El síndrome Yabrán.
Un tiempo que se va. 




* * *

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Como tantos medios públicos, EL Martiyo no deja de ser privado, y por lo tanto se reserva el derecho de pubicar o no los comentarios recibidos.