////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

lunes, 15 de enero de 2018

EL ODIO Y LOS PELOTUDOS...



Un odio nacido con la patria alcanza en estos días una nueva consagración. 
El odio que echó a patadas a San Martín, el que encumbró a Sarmiento, degolló al Chacho y emboscó a Facundo; el que bombardeó la Plaza, fusiló y asesinó para por fin desaparecer más de 30 mil personas; ahora vuelve por nosotros. 
El gobierno y sus medios –o viceversa- lo cultivan. 
Millones lo consumen.


EL ODIO Y LOS PELOTUDOS




En 1952, mientras agonizaba Eva Perón, un autor anónimo pintó en las paredes porteñas una frase memorable que pronto se propagó por la fuerza de su síntesis: “Viva el cáncer”.
En sólo tres palabras alguien lograba comprimir una cantidad de odio suficiente como para justificar en breve un bombardeo contra la Plaza de Mayo con más de 300 civiles muertos y más de 700 heridos, luego el fusilamiento sin juicio de obreros y militantes, largos años de persecuciones públicas y mediáticas, detenciones políticas, destierros y asesinatos, y por fin una dictadura genocida con más de 30 mil desaparecidos. Un odio inmenso en sólo tres palabras. Un verbo, un artículo, y un sustantivo. Eso es genio.
Esta semana, 65 años más tarde, Federico Andahazi, quien se pretende escritor, ante la negativa ejecutada contra Héctor Timerman para tratarse un cáncer en Nueva York, precisó más de 40 palabras para expresar el mismo odio. Eso es falta de genio.
Pero el odio es el mismo.
Un odio tan grande que hoy sirve para justificar la propia miseria, el choreo a los viejos, las mentiras más obvias, las corporaciones abiertamente en el poder, y un cinismo que ni siquiera los genocidas de la dictadura llegaron a permitirse… Un odio tan grande que lo entraña todo: la matanza, el bombardeo a civiles, el terror, el destierro, la cárcel, la tortura, la desaparición de personas, el tráfico de niños… Nada más hay que darle tiempo.
Mientras tanto el gobierno y sus medios -o los medios y su gobierno, como sea-, cultivan ese odio. Es su alimento. Saben que el odio enceguece como el amor, pero incapaces del amor, eligen el odio, y lo propagan. Agitan a la turba en favor de Barrabás, y así vienen creciendo desde el principio de los tiempos.
Junto a la pobreza cero, el fútbol para todos, y no habrá tarifazos ni devaluación, una de las grandes mentiras de la campaña de Cambiemos fue cerrar la grieta. Cuando es la grieta lo que los sustenta. La revancha, la venganza. El odio. El resto es fracaso.
Porque la turba puede amar, pero también odiar. Es cuestión de hacerle creer que sabe mucho de lo que ignora todo, y a la vez ofrecerle un buen enemigo sobre el cual proyectar su propio fracaso personal, sus miedos y sus resentimientos. Ora pueden ser los judíos, ora los musulmanes, los negros, los latinos, los verdes, los azules o los colorados, lo importante es odiar. Una vez que odia, la turba se enceguece y entonces cualquier tuerto es rey, y cualquier gato lazarillo.
Porque bien cargada de odio, la turba está dispuesta, incluso, a la autodestrucción. Absorberá tarifazos, endeudamientos, despidos, mentiras, atropellos, palos, balas de goma, de plomo, lo que venga. El odio basta.
La turba no es el total de la gente, pero es un número significativo. O hubiésemos gritado Cristo, y no Barrabás.
Y la turba siempre tiene ganas de putear, aunque no siempre sabe a quién. Pero para eso están los productores de odio, que se lo “informan”. Y la turba no sólo lo agradece, sino que encima lo paga. Así también crecieron los grandes medios argentinos, por el odio.   
El odio que echó a patadas a San Martín primero y a Rosas después, el odio que encumbró a Sarmiento, degolló al Chacho y emboscó a Facundo, el que fusiló a Dorrego, el que amasó en el oprobio a Yrigoyen, el que bombardeó la Plaza, el que fusiló obreros y militantes al grito de “se acabó la leche de la clemencia”, para por fin desaparecer más de 30 mil personas… Un odio nacional, inmenso, profundo, antiguo, padre de todos los fracasos, y que ahora vuelve por nosotros mientras los Macri y los Magnetto se frotan las manos. Ellos viven de eso.
Pero vos atento.
Vos no te engañes.
Porque más antes que después, el odio siempre estalla y ese día sabrás que vos no sos ellos, que volvieron a mentirte, y que odiaste como un pelotudo. 




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