////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

martes, 21 de noviembre de 2023

MILEI PRESIDENTE: LA ARGENTINA QUE VIENE… o que se va…

  

 

Un panelista de la tele, distinguido por sus desbordes, sus exabruptos y sus disparates, fue elegido por el pueblo argentino para conducir los destinos de uno de los países más codiciados del mundo. Dicen que la juventud lo votó en masa, y que el pueblo nunca se equivoca. Pero tanto dijo y se desdijo en su campaña, que ahora nadie sabe qué hará, no hay más que dudas, preguntas, incertidumbre. Miedo.

 

UNA DE TERROR

 





Deben ser el Pueblo y la Juventud los dos colectivos que más demagogia han inspirado en toda la historia de la democracia mundial… “nuestra juventud maravillosa”, “el pueblo nunca se equivoca”, “la juventud es la gran esperanza”, “el pueblo lo mejor que tenemos”, etc, etc, etc. Así también se llegó a Milei.

Un pueblo embrutecido por la cada día más dura lucha por la supervivencia, y  enloquecido por los medios, que desde hace tantos años le soplan al oído que alguien le roba lo que es suyo -el Estado, los políticos, los planeros, los piqueteros, el vecino, el comerciante, todos y cualquiera-; una juventud aturdida por Instagram, tik tok, y todas las redes y sus ampulosas verdades reducidas a 240 caracteres; un pueblo que olvida su historia, una juventud que la ignora. Así también se llegó a Milei.

   Alguien algún día tendrá que arrojarnos la verdad como una torta en la cara. Los pueblos se equivocan -y no me refiero sólo a la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini, sino también a la España de Franco o el Chile de Pinochet, donde los pueblos acompañaron sus dictaduras sangrientas con el silencio o la indiferencia; incluso a la Argentina de Videla, cuando muy amplios sectores de la población y su dirigencia lo recibieron con esperanza-, sino también al pueblo que votó al segundo Menem, al asesino en masa Fernando de la Rua, o al condenado contrabandista Mauricio Macri con la esperanza de acabar con la corrupción. Los pueblos se equivocan, uf.

   Y la juventud es una etapa de aprendizaje porque es, por lo tanto, una etapa de ignorancia. La sabiduría no es una flor espontánea, un regalo de la primavera, sino más bien la consecuencia de los muchos intentos, de largos años de prueba y error, de aciertos y fracasos, de alguna victoria, pero sobre todo, de la frecuente derrota, maestra de maestras. Entonces se aprende.

   Las ansias, el entusiasmo, el empuje, las ilusiones, las fantasías, son propias de la juventud porque son propios de la ignorancia. Cuando no saber lo posible nos permite creer en lo imposible. Cuando basta el deseo para concebir el futuro. Cuando la fuerza es tal, que prescindimos de la razón. Cuando ignoramos cuánto ignoramos, y entonces creemos que sabemos... Recuerdo cuando empecé a escribir… tan poco había leído, que creía que lo mío era bueno. Después, si no se abandona, se aprende. Después, despacio, tranquila, con la parsimonia de los días, llega la vida, los golpes de la realidad que modelan los sueños, y se aprende.

   Ahora el pueblo argentino -y especialmente su juventud, dicen- eligió a Javier Milei para presidir el país. Un hombre sin trayectoria política ni de gestión, improvisado y sin equipo propio, famoso por sus desbordes, sus exabruptos, sus disparates y sus metáforas repugnantes; surgido de la tele como un payaso violento, inestable y grotesco; ese hombre, ahora, gobernará uno de los países más codiciados del mundo. El "divino tesoro" de nuestra juventud, y el Pueblo, “lo mejor que tenemos”, así lo decidieron...  ¿Qué podría salir mal?

   Las cartas están echadas. La independencia económica, la soberanía política y la justicia social, fueron expresamente abolidas de nuestro destino. “Los pibes de Malvinas”, ya están olvidados. Los desaparecidos importan menos que sus genocidas. Se puede insultar al Papa, al otro, desde luego, a vos, por supuesto, a cualquiera. También se puede disparar en la cabeza de una presidenta. No pasa nada. Por fin el odio venció al amor.

   Pero sería injusto no reconocer en semejante victoria el invalorable aporte del invisible Alberto Fernández, que soñó hacer la revolución con un perro y una guitarra, que se encontró con una pandemia mundial, y en vez de ver allí una oportunidad la redujo a una excusa; que no reformó la justicia -para que lo ayude con Cristina-, y que lejos de investigar la deuda con el Fondo, la refrendó, la blanqueó. Nos entregó.

   Y tampoco sería justo olvidar a tantos líderes sindicales y sociales, que lejos de enfrentar a las grandes fortunas, a los monopolios, a la Embajada y sus saqueos, concentraron sus fuerzas en pelear contra CFK y La Cámpora, verdaderos enemigos de los trabajadores y la patria. Los hermanitos Daer, Acuña, Barrionuevo, el Chino Navarro, el heladero Pérsico, y todos aquellos que también resistieron ante Cristina, rechazaron a Wado, y optaron por Massa, con su ministerio a cuestas y su 150 por ciento de inflación anual, como quien vende un champú que te deja calvo.

   Y al menos vale una mención especial para el hombre que inventó a Perón, ya no al peronismo, el gritador Guillermo Moreno, que durante semanas y meses se paseó por cuanto medio le diera cinco minutos para pegarle a Kicillof, a CFK, a Alberto, a Massa, y al resto del gobierno y del peronismo exceptuando a Duhalde, a Barrionuevo, a los miembros de la Corte, y a sí mismo ¡Gracias, Guille!...

      Ahora nos envuelve la niebla. Una niebla tan densa que es imposible ver la próxima hora, ya no el día de mañana. Ganó el Loco. Pero tanto dijo y se desdijo durante su campaña, que ahora no hay más que preguntas, dudas, incertidumbres, niebla. Miedo.

   En la película Guasón también un payaso trágico, brutal, emerge de las profundidades de un pueblo enloquecido y una juventud embrutecida, alcanza la televisión, y desde allí, en su instante de fama, desata el último caos.

   La película termina ahí.

   ¿La Argentina?


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martes, 29 de noviembre de 2022

Destellos Ajenos - Hoy: George Orwell...






Destellos Ajenos:


“Ya de joven me había fijado en que ningún periódico cuenta nunca con fidelidad cómo suceden las cosas, pero en España vi por primera vez noticias de prensa que no tenían ninguna relación con los hechos, ni siquiera la relación que se presupone en una mentira corriente. (...) En realidad vi que la historia se estaba escribiendo no desde el punto de vista de lo que había ocurrido, sino desde el punto de vista de lo que tendría que haber ocurrido según las distintas «líneas de partido». (...) Estas cosas me parecen aterradoras, porque me hacen creer que incluso la idea de verdad objetiva está desapareciendo del mundo. A fin de cuentas, es muy probable que estas mentiras, o en cualquier caso otras equivalentes, pasen a la historia. ¿Cómo se escribirá la historia de la guerra civil española? (...) Sin embargo, es evidente que se escribirá una historia, la que sea, y cuando hayan muerto los que recuerden la guerra, se aceptará universalmente. Así que, a todos los efectos prácticos, la mentira se habrá convertido en verdad. (...) El objetivo tácito de esa argumentación es un mundo de pesadilla en el que el jefe, o la camarilla gobernante, controla no solo el futuro sino también el pasado. Si el jefe dice de tal o cual acontecimiento que no ha sucedido, pues no ha sucedido; si dice que dos y dos son cinco, dos y dos serán cinco. Esta perspectiva me asusta mucho más que las bombas, y después de las experiencias de los últimos años no es una conjetura hecha a tontas y a locas”.

George Orwell

viernes, 14 de octubre de 2022

ALBERTO FERNÁNDEZ: EL PELIGRO DEL HOMBRE INVISIBLE…

 

Enfrentado una vez más -y ya sin retorno- con quienes lo llevaron al poder -Cristina y el kirchnerismo-, distanciado de -y eclipsado por- su propio ministro de economía; sin territorio y sin votos, pero sobre todo sin logros, el futuro político de Alberto Fernández se desdibuja como su imagen, ya casi un holograma, de tan transparente, de tan insustancial.


EL HOMBRE INVISIBLE

 

Alberto Fernández en su despacho presidencial.

 

A poco menos de tres años de haber asumido la Presidencia de la Nación, Alberto Fernández se ha convertido en la figura política argentina más transparente, en el sentido invisible de la palabra. Ya casi no se oye su nombre en los debates políticos, apenas aparece en la tapa de los diarios, sus presentaciones públicas importan menos que las de Wanda Nara, sus discursos ya no interesan, sus grandes promesas se licuaron en memes burlones, su soledad crece, sus ministros lo abandonan, su mesa chica es cada día más chica. Los días de gloria de la pandemia y sus filminas, terminaron hace mucho.

Enfrentado una vez más -y ya sin retorno- con quienes lo llevaron al poder -Cristina y el kirchnerismo-, distanciado de -y eclipsado por- su ministro de economía; sin territorio y sin votos, pero sobre todo sin logros, su futuro político se desdibuja como su imagen, ya casi un holograma, de tan transparente, de tan insustancial. La fundación del albertismo, fue menos un sueño que un delirio.

Pronto la militancia más lúcida lo tachó de tibio, y entonces la militancia más cándida acusaba a la otra de propiciar “la vuelta de la derecha”. Pero pasó el tiempo, y no pasaron cosas. No se reformó la justicia, no se reactivó la Ley de Medios, no se acabó el lawfare, no se investigó la deuda -al contrario: se la refrendó-, no se paró la inflación -al contrario: se duplicó-, no se recuperó el salario -al contrario-, no se expropió Vicentín, no se nacionalizó la Hidrovía… Hoy casi toda la militancia siente que nadie más que el propio Alberto propicia la vuelta de la derecha. De a poco su tibieza, empezó a percibirse como una traición. Que vale recordarlo: tampoco sería la primera.

Para no confrontar con Clarín, en 2008 abandonó el gobierno de Cristina, y a partir de entonces se instaló en los estudios de TN a llorar por el cepo y preguntar por Nisman. En 2017 infló a su muñeco Randazzo para impedir la victoria de Cristina en las elecciones de medio término. No, si ahora su mentada tibieza fuese una traición, tampoco sería la primera.  

Porque aún es el Presidente, aún tiene “la lapicera”, aún puede “hacer daño”, como dicen que dicen en su entorno. Y sobre todo, aún es una persona, un ser humano, un tipo que hace poco menos de tres años alcanzaba el cielo de su suerte, y que de pronto se ve arrastrado por un fracaso que ni siquiera termina todavía.

Ahora si el kirchnerismo y el massismo quieren un aumento salarial de suma fija, él se opone. Si esos mismos sectores quieren suspender las PASO, también se opone. Desde su entorno acorralado surgen operaciones destinadas a romper la relación entre Cristina y Massa, y entre éste y Máximo. Ante la diáspora de sus ministros, a los últimos tres que se le fueron decidió reemplazarlos ya sin consultar con nadie. “Los que se van son míos, así que yo pongo a los que vienen”, dicen que repetía fantasmal y bravo, casi infantil, casi rabioso.

¿Y si fuera así?...

¿Y si rechazado, cada día más solo, ya frustrado, y por lo tanto -humano al fin- resentido, pero con “la lapicera” todavía, sin capacidad o sin coraje para la autocrítica, enloquecido por el poder que pierde y el fracaso que lo aturde; decidiera vengarse y que su derrota nos arrastre a todos, y que gane la derecha, así aprendemos?...

Si fuera así, estaríamos entonces ante alguien más peligroso que el propio Mr. Griffin, el Hombre Invisible de H.G. Wells, que malogrado por un experimento fallido, frustrado, rechazado, enfurecido, deicidió inaugurar un reino del terror.

Que vendría  a ser, la vuelta de la derecha.


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sábado, 24 de septiembre de 2022

ATENTADO A CFK: COPITOS, LOQUITOS Y POQUITOS…

  

 

Más de tres semanas de iniciada la instrucción del atentado y sólo cuatro copitos detenidos. Abogados relacionados al Pro y la Embajada, se ofrecen gratis para defender a uno de ellos, mientras nuevas sospechas abren nuevos sumarios contra la Policía Federal. Macri, sus medios y los de Magnetto, alientan la hipótesis de los "cuatro loquitos". La investigación debería detenerse ahí, y ahí se detiene por ahora.

 

COPITOS, LOQUITOS Y POQUITOS



 

 

“...dije casi, por no llorar”.

César Vallejo

 

A más de tres semanas -23 días- de comenzada la instrucción del mayor atentado de la democracia moderna, las únicas novedades de importancia se reducen a la aparición de poderosos abogados ligados al Pro para defender a uno de los detenidos; y una nueva sospecha sobre la actuación de la Policía Federal, que no sólo falló en la custodia, prevención y resolución del atentado, sino que perdió el contenido del celular del asesino -al cual atraparon los militantes, no la Federal-, y ahora se sabe que también demoraron más de tres inexplicables horas la captura de Blenda Uliarte. Mientras tanto, el responsable supremo de la Fuerza, el Ministro de Seguridad Aníbal Fernández -ratificado en su cargo por el fantasmal Alberto-, se iba de viaje a los Estados Unidos con las rodilleras bien puestas. Los días pasan, y no mucho más pasa.

Un nuevo sumario, el tercero, abre nuevas sospechas sobre los hombres de Aníbal. Una vez que la jueza Capuchetti ordenó la detención de Brenda Uliarte, la Federal debía localizar su celular, pero los encargados de la tarea tardaron tres horas en llegar a sus puestos. Al final Brenda Uliarte fue detenida por iniciativa de un secretario del juzgado, un joven de 23 años, que se dispuso a perseguirla, ante la pereza, impericia, desidia o complicidad de la Federal. Eso se verá. O no.

Porque pese que desde el propio juzgado no paran de trascender chats que implican directamente a muchas otras personas, incluyendo a la vecina de arriba, y a los líderes de las agrupaciones de extrema derecha Revolución Federal y Nación de despojados; hasta ahora hay sólo cuatro copitos detenidos: el asesino, su presunta novia, la presunta amante de la presunta novia del asesino, y el jefe del emprendimiento de los copos de nieve, pantalla de la célula. Pero ahí una de las pocas grandes novedades de la causa.

A este último, Nicolás Carrizo, sin más oficio conocido que los copos que nunca vende, le aparecieron sin embargo tres poderosos abogados, dos de ellos ligados al directamente al Pro, y el otro a dos espías “cuentapropistas” de la AFI de Macri, procesados por espionaje ilegal.

El primero en dar la cara, Gastón Marano, es conocido como uno de los abogados más caros del país, y él mismo se jacta de haber trabajado durante años como consultor de la Embajada de Estados Unidos. Y aunque ahora dice que ya no trabaja ahí, también es cierto que lo mismo dicen todos los que sí trabajan ahí, pero en forma encubierta. Debido a su experiencia y trayectoria -este altruista abogado dispuesto a defender gratis a un terrorista-, llegó a ser asesor del senador nacional por Chubut Ignacio Torres (Pro), y nada menos que ante la Comisión Bilateral de Inteligencia, con acceso a toda la información calificada que puedan soñar la CÍA, la DEA, el FBI, el Mosad, y/o cualquier agencia de espionaje que se precie. Es extraño que hasta ahora nadie en el Congreso hubiera notado semejante topo en operaciones.

A él lo asiste la doctora Brenda Salva, ex panelista y productora de LN+ y AM24, y asesora -hasta ayer nomás- de la diputada Pro Karina Bachey, que pocas horas después del atentado, tuiteó sin pudores: “Victimizarse, causas judiciales, penas, y ahora pobrecita!!!! El circo y sus artistas!!!”.

El otro abogado del “loquito suelto” de Carrizo, es también abogado de dos de los integrantes del grupo conocido como Super Mario Bros, procesado por espionaje ilegal en tiempos de la AFI de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani. También es abogado del perito que falseó los informes que dieron inicio a la causa Gas Licuado, con la cual se persiguió a Julio De Vido. Hasta Carlos Pagni se preguntó cuántos copitos había que vender para pagar estos tres abogados. Toneladas, concluyó. Y sí.

El chiste de la semana fue que pocas horas antes de conocerse semejante dream team judicial, Mauricio Macri -nunca lerdo, aunque siempre perezoso-, se apuró a sentenciar que los responsables del atentado eran “cuatro loquitos”. Lo cual volvió aún más sorprendente la aparición de semejantes abogados para defenderlos.

Las crecientes sospechas sobre el accionar de la Policía Federal, serán pronto eclipsadas por las crecientes sospechas sobre el accionar de la jueza Capuchetti y su fiscal Rívolo. De arranque caratularon la causa como homicidio en grado de tentativa, agravado, con premeditación y alevosía, en concurrencia con otras personas, etc, etc, etc… pero se cuidaron muy bien de enmarcarla bajo las leyes antiterroristas, por eso la defensa de Carrizo no apeló la calificación. Detalles que pasan por la realidad sin romperla ni mancharla, pero que serán decisivos en la búsqueda de la verdad. Así la fila de los que desconfían de la jueza y su fiscal, es cada día más larga. Nosotros estamos ahí desde el 4/9.

Mientras tanto, siempre alineados con la Embajada, los medios de Magnetto y de Macri, y sus satélites asociados -América, Perfil, Telefé-, se agotan en largos intentos infructuosos por subestimar la gravedad del atentado, silenciarlo y hasta negarlo, o jugarse la suerte a la hipótesis de los “cuatro loquitos” aun a riesgo de sangrar audiencia y rifar los últimos vestigios de credibilidad. Todo sea por la causa.

Y la causa es parar a Cristina, frenarla, sortear ese último escollo para el saqueo final, encerrarla, de ser posible, y si no es posible, matarla.

Ayer en su alegato final, CFK recordó las piedras contra su oficina del Senado, y remarcó tres veces que ninguna -ninguna- fuerza del Estado se presentó para protegerla. Y para graficar mejor su indefensión, recordó, además, que uno de los abogados de quienes intentaron matarla, era asesor de un senador que se sienta a veinte metros de ella. La lista de sospechosos también se hace cada día más larga, pero la jueza y su fiscal se detienen y entretienen con sus cuatro copitos o loquitos. Poco. Poquito.

A dos semanas del atentado, en nuestro posteo del 15/9 avisábamos el temor a que el atentado contra CFK se convirtiera en uno de esos grandes misterios de la historia argentina que nos impiden la justicia, y por lo tanto la paz, y por lo tanto el mañana. Hoy, a tres semanas -23 días-, ese temor ya es casi una certeza.

Y decimos casi, por no llorar.


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martes, 20 de septiembre de 2022

PERONISMO-ANTIPERONISMO: LAS RUINAS CIRCULARES…

 

Rumbo al fracaso sin olvido de Alberto Fernández, la derecha sueña con un nuevo turno dispuesta a todo, como si fuera su última oportunidad de exterminar al peronismo y así entregar, por fin, lo que queda. Antiproyecto sin proyecto que lo reemplace, el antiperonismo no se cansa de fracasar, porque ese fracaso es la victoria de sus mandantes. Y aunque justamente por eso el peronismo siempre vuelve, a pesar de eso, la derecha también.

 

 

LAS RUINAS CIRCULARES

 

El mundo se convierte (acrílico de Daniel Santoro)

 

 

“De todos modos los interventores habrán visto por esta muestra que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca”.

José de San Martín (carta a Tomás Guido después de Vuelta de Obligado).

 

“Seamos libres, y lo demás no importa nada”.

José de San Martín (Orden General del 27 de julio de 1819).

 

 

 

Lo que en la Argentina llamamos la derecha -por englobar de alguna forma a los sectores locales asociados a los intereses extranjeros que saquean el país desde su fundación-, sólo tiene éxito a la hora de fracasar. Fracasos que son la victoria de sus verdaderos mandantes, pero...

Desde Bernardino Rivadavia, cuyo único triunfo fue para la Baring Brother; hasta el último gobierno macrista, pasando por Mitre y su Triple Alianza, el golpe del 30 y su década infame; la Fusiladora y sus 18 años sin peronismo; la dictadura cívico-militar-eclesiástica y su genocidio, Menem y su Cavallo, De la Rua y su Cavallo y sus muertos… todos fueron fracasos, siempre muy redituables para los grandes enemigos del país.

A partir de 1945, esa derecha adoptó un mote más amplio, y se llamó antiperonismo, incorporando así a sus luchas, socialistas, comunistas, anarquistas y lo que venga, con la sola premisa de enfrentar al peronismo. Ya no era un obstáculo proclamarse de izquierda para unirse a la derecha. Los siguientes fracasos parecían asegurados. Lo que restaba de Gran Bretaña, y los surgentes Estados Unidos, se llenaban de esperanzas.  

Pero una y otra vez, el peronismo volvía. Algo fallaba.

Con la debida obediencia de los dirigentes, la bendición de la Iglesia Católica, y los redobles triunfales de los grandes medios, una y otra vez los saqueos se llevaban a cabo sin demoras. Se destruían la moneda y la industria, y por lo tanto el movimiento obrero organizado; se remataban los recursos naturales, se precarizaba la economía, se vaciaban las reservas, se fugaban los activos, y se endeudaba al país una y otra vez asegurando así la eterna sumisión política. Todo salía bien. Pero el peronismo volvía. Algo fallaba.

En 1976 intuyeron que el problema era el pueblo, así que decidieron eliminarlo. Una tarea asas pretenciosa, pero con subordinación y valor -y el apoyo de los Estados Unidos, la bendición de la Iglesia, y el encubrimiento de los medios-, creyeron poder, y se largaron a matar. Y mataron y desaparecieron miles y miles de personas, quizás 30.000, quizás más… y aunque todavía quedaba bastante gente viva, se dieron por vencedores. Hasta que el peronismo volvió, y fueron todos a la cárcel, o murieron en el oprobio o todavía desfilan por los tribunales. Otra vez algo había fallado.

Sin embargo, después, la derecha también volvió. Con la fuerza de los medios y sus jueces, montados en inmensas mentiras (el asesinato de Nisman, La Morsa Aníbal, la corrupción que siguen probar), un día volvieron y llevaron el saqueo más lejos que nadie. Encadenaron al país a la Casa Blanca por más de cien años, destruyeron la industria, persiguieron, espiaron y encarcelaron adversarios políticos, y otra vez asesinaron (Santiago Maldonado, Rafael Nahuel), pero el peronismo volvió. O eso parecía.

Porque hoy la historia nos encuentra bajo un gobierno que no sería de derecha, pero como tampoco es peronista, resulta una suerte de suma cero cuyo letargo alienta al antiperonismo, que ahora sueña otro retorno dispuesto a un fracaso definitivo que así les garantice una definitiva victoria a sus verdaderos mandantes. Como si fuese la última chance, como si no hubiese un mañana…

Ya no habrá “gradualismo”, avisan, “haremos lo mismo pero más rápido”, se jacta Il Capo, “esto va a doler”, advierte la Bullrich, “a la Provincia hay que entrar con metra”, amenaza una tarada que la sigue, mientras todos compiten contra todos en un torneo de ferocidades que sería cómico de no ser dramático… Esta vez nada puede -debe- fallar, saben. Pero…

Porque, valoraciones aparte, el peronismo es un proyecto de país, mientras el antiperonismo, como su nombre lo indica, es un antiproyecto, sin proyecto que lo reemplace.

Entonces vendrán, y harán, como siempre, mucho daño. Con sus medios y sus jueces cumplirán como sea con lo que resta del saqueo, y cada 4 de julio les servirán su copa en la Embajada… pero justamente por todo eso, más antes que después, el peronismo volverá… Y es que otra vez fallará lo de siempre: el pueblo.

El de las dos invasiones inglesas, el de la Semana de Mayo, el de la Vuelta de Obligado, el del 17 de octubre, el de los 18 años de resistencia, el del 30 de marzo y el del 15 de junio del 82; el único pueblo que juzgó a sus genocidas; el de diciembre de 2001, el del 2x1, el del último agosto en Recoleta… ese pueblo que la derecha ignora, y porque ignora, la desbarata. Es fácil de entender.

Más complejo y no del todo posible, es responder por qué la derecha, que siempre fracasa, también siempre vuelve… ¿Qué es lo que falla?...  ¿Debilidad del peronismo? ¿Banalidad popular? ¿Locura colectiva?... ¿O es acaso la suerte de las colonias?, que pueden lograr tiempos mejores, pero como no son de verdad libres, lo demás no importa nada...


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jueves, 15 de septiembre de 2022

ATENTADO A CFK: VIVOS, IDIOTAS Y PESADOS…

 

A dos semanas del atentado, hay cuatro detenidos, cuatro marginales de esos que hacen las delicias de los profesionales del magnicidio. Sin embargo la cadena de dudas se inicia con la Policía Federal, sigue por la AFI, involucra a la policía de Larreta, incluye a los grande medios; y basta preguntarse quién se beneficiaría con esta muerte, para que la lista de sospechosos se haga tan densa -en nombres, móviles y capacidades-, que el hecho podría convertirse en otro de esos grandes misterios de nuestra historia.

 

 

VIVOS, IDIOTAS Y PESADOS

 

 



Como las voladuras de la Embajada de Israel y de la AMIA, o el destino de los desaparecidos; el atentado contra Cristina Kirchner corre el riesgo de convertirse en otro de los grandes misterios de la historia argentina.

A dos semanas del hecho, medios y funcionarios cuestionan la actuación de la Policía Federal, responsable de la custodia de la vicepresidenta. Fallaron en la prevención del atentado, y una vez realizado, fallaron en la inmediata protección de CFK, y hasta perdieron inmediatamente el contenido del celular del asesino. Pero nadie recuerda que también fallaron en la detención de Sabag Montiel, quien fue atrapado por los militantes, o tal vez escapaba, y chau.

Pese a tan extraordinario fracaso, nadie renunció, ni en la Federal, ni tampoco su máximo responsable, el Ministro de Seguridad Aníbal Fernández. Por el contrario, fue ratificado en su cargo por el Presidente, quien así se apropió del extraordinario fracaso.

Se olvida también la inoperancia de la Agencia Federal de Inteligencia, al mando del rossista Agustin Rossi, que recién ayer, quince días tarde, detectó una organización dispuesta al atentado. Una justicia lenta no es justicia, y una inteligencia tardía no es inteligencia. Pero tampoco allí renunció nadie.  

Durante los días previos al atentado, el gobierno de Larreta fue denunciado porque su policía filmaba ilegalmente a los manifestantes. También, y desde antes, está siendo procesado por el uso irregular de datos biométricos. Sin embargo, durante días de filmar y filmar, no detectaron allí ningún sospechoso, ningún infiltrado; ni aportaron todavía dichas filmaciones en la justicia.

Es famosa la furia con que la policía de Larreta persigue a los vendedores ambulantes. Tanto fue así, que después del papelón de las vallas, Jorge Macri, Ministro de Gobierno de la Ciudad, se jactó -sin sonrojarse- de haber secuestrado “seis parripollos”. Por eso resulta tan extraño que durante más de una semana de filmar manifestantes y perseguir ambulantes, se le hayan escapado justamente los vendedores de copitos.

La jueza María Eugenia Capuchetti, ahijada política de Daniel Angelici, fue nombrada en Comodoro Py por Mauricio Macri, pero por recomendación expresa de su operador judicial, el prófugo Pepín Rodríguez Simón. El fiscal de la causa, Carlos Rívolo, tenaz perseguidor de Julio de Vido -y de otros funcionarios ka (nunca un macrista)-, fue también fiscal de la Causa Los Sauces, cuando auguraba a viva voz la prisión para “Cristina Kirchner y sus hijos”. Ahora Capuchetti y Rívolo están a cargo de la instrucción del atentado. Por eso aquí no resulta extraño que a dos semanas del hecho la investigación no pueda salir del ámbito de los copitos, y haya sólo cuatro detenidos, pese que desde el mismo juzgado no paran de filtrarse chats, audios y fotos de muchos otros implicados en actos violentos (las antorchas contra la Rosada, el ataque a periodistas y al coche de Massa), relacionados con los detenidos, y aún con amenazas expresas al Presidente de la Nación. Total normalidad.

Los cuatro detenidos -Fernando Sabag Montiel, Brenda Uliarte, Agustina Díaz y Nicolás Carrizo-, así como los otros integrantes de los grupos de extrema derecha -Nación de Despojados y Revolución Federal-; tienen, todos, el perfil preciso de los marginales, embrutecidos por el resentimiento, enloquecidos por la propaganda, y por lo tanto temerarios. Lo cual a su vez los convierte en una deliciosa carne de cañón para los profesionales del magnicidio. Debidamente operados -y financiados-, idiotas así resultan muy útiles.

En los días previos al atentado, dos de los integrantes de estas agrupaciones de extrema derecha, tuvieron acceso al edificio de CFK, merced a la famosa vecina de arriba, Ximena Tezanos Pinto, según su propia confesión pública, refrendada por fotos, videos, audios y publicaciones. La vecina, además, le subalquila una habitación en su departamento -encima del departamento de CFK- a la abogada de uno de esos extremistas, a la sazón procesado por atacar el coche del Ministro Massa, y a los periodistas de C5N. Como si algo faltara, un hijo de Tezanos Pinto está en conexión con los hijos del fiscal procesado Carlos Stornelli, Julian y Mateo Stornelli, el primero ex agente de la AFI de Macri, el segundo empleado de la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado (Dajudeco), dependiente de la Corte Suprema. Sin embargo, a dos semanas del atentado, la casa de Tezanos Pinto -repetimos: justo encima del departamento de CFK-, no fue allanada, ni ella indagada, ni su extraña inquilina, ni sus visitantes, ni su hijo. Nadie.

Tampoco sorprende que los medios de Magnetto, que acosaban en manada a la fiscal Vivian Fein durante la instrucción de la muerte del play boy Alberto Nisman, ahora ni siquiera pregunten por la salud del fiscal Carlos Rívolo. Por el contrario, luego del infantil intento de presentar el atentado como un “autoatentado”, y luego de los infructuosos esfuerzos por despegarse del odio que esparcen desde hace tantos años; ahora prueban con ningunear el caso bajo la hipótesis de los cuatro loquitos, mientras operan en Comodoro Py para presionar a la jueza, como si de verdad supieran dónde y con quiénes acabarían las investigaciones.

Todo es raro.

Por fin antes de ayer Cristina Fernández decidió presentarse como querellante con el patrocinio del doctor José Manuel Ubeira, lo cual presupone variadas dificultades para cualquier intento de ocultamiento y/o dilación por parte de la jueza y su fiscal. Ojalá.

Por ahora, una y otro parecen concentrados en los la banda de los copitos. Pero seis, diez, doce o quince, los copitos no son infinitos. Más antes que después la jueza y su fiscal tendrán que preguntarse lo primero que se pregunta cualquier buen investigador ante cualquier crimen: ¿quién se beneficiaría con esta muerte?...

Entonces tendrán que recordar que atentaron contra la única figura política argentina que inquieta a los Estados Unidos y a los poderes económicos concentrados nacionales y transnacionales: a la Sociedad Rural, a los machos de la UIA, la AEA y el agronegocio; a los grandes fugadores de dinero, a los apropiadores de Papel Prensa, desde luego a la oposición, y antes y desde siempre a todos los que soñaron el 2x1, a los genocidas condenados, a los procesados, y a los buscados... todos grandes enemigos, todos grandes sospechosos.

Porque si la investigación se diluye en media docena de idiotas útiles, el atentado contra CFK será otro de esos misterios de nuestra historia que nos hacen imposibles la paz, la justicia, y el mañana.

 


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domingo, 11 de septiembre de 2022

ATENTADO A CFK: VIAJE AL FONDO DEL ODIO…


 

En 2008 -a partir de la crisis por la 125- los medios de Magnetto y sus aliados iniciaron su confeso “periodismo de guerra”, cuyo enemigo declarado era CFK y el kirchnerismo. Desde entonces, las mentiras se caen pero se suceden. Mientras encarpetada o asociada, una pandilla de jueces y fiscales le da a sus ficciones realismo judicial, sin pruebas, pero con histrionismo. Casi una década y media agitando la ira de un pueblo roto en dos, con una de sus mitades dispuesta a cualquier cosa.  

 

VIAJE AL FONDO DEL ODIO

 




Resulta muy cómodo adjudicarle a Adolfo Hitler el exterminio de millones de personas, pero él tampoco fue un lobo solitario. No solo estaban sus ministros y sus generales, sus asesores, su plana mayor y su mesa chica, sino, y sobre todo, su pueblo. Porque los nazis fueron terribles, seguro, pero mucho más terrible es que los hombres -y las mujeres- fueron nazis.

Si no se quiere leer, basta mirar las imágenes de la época, esas multitudes que lo adoraban eufóricas, las concentraciones descomunales que convocaba y lo vivaban, esos miles y miles de alemanes formados en escuadras perfectas, disciplinadas, voluntariosas, marchando a un mismo paso tras sus pasos…

El pueblo alemán no era mejor ni peor que otros. Pero derrotado y humillado, empobrecido, hambreado, sin destino, se hundía en la frustración y el resentimiento. Era un pueblo cuyo espíritu agonizaba sin esperanzas ni motivaciones. Hitler, en tal caso, fue quien mejor lo comprendió. Le encontró un enemigo común razón de todos sus males, y a fuerza de propaganda, convirtió tanta desolación en odio puro, y desató su furia.

Remontémonos por algunas líneas a las trágicas jornadas del año 33. Poncio Pilatos no aspira a la posteridad. Es un burócrata mediocre confinado a la administración de una colonia periférica, y conflictiva. Trata de llevarse bien con los principales sectores en pugna, terratenientes, comerciantes, usureros, y sobre todo, con la jerarquía religiosa de ese pueblo tan intenso. No quiere problemas. Sólo piensa en su retiro, y en volver a Roma… cuando un día, ese día, la vida o la muerte del Hijo del Hombre, quedan en sus manos.

La ciudad estalla y se divide, el caos se anuncia, grupos de fanáticos ya se enfrentan por las calles. De un lado presionan el Sanedrín, los comerciantes, los prestamistas, los terratenientes; y del otro las multitudes que siguen al carpintero de Galilea. Unos piden su cabeza, y los otros su libertad. Después de orinar, mientras se lava las manos, Pilatos tiene una idea genial: elecciones directas ya.

Desairados y enfurecidos pero astutos, Caifás, su Sanedrín, sus burócratas y sus financistas, sin perder un minuto, lanzan un ejército de agitadores pagos que se infiltra en la multitud recalentando los ánimos en contra del que había multiplicado los panes y los peces, para mantener vagos, y que en una demostración de autoritarismo mesiánico inaceptable, había echado a patadas en el culo a los pobres usureros del Templo, que era gente de bien, de trabajo, amigos de Caifás, incluso, personas prósperas, no como ese populista que defendía putas, leprosos y cabecitas...

Los resultados de aquellos comicios son por todos conocidos: la turba gritó Barrabás.

La fundación de la democracia libre y universal resultó así una catástrofe que dos mil años después todavía sufrimos. Y el pobre Pilatos pagó su gran invento con el oprobio eterno ¿Qué falló?

El sistema acaso era el mejor que podía pensarse, pero ya desde el principio mostró su fisura fatal: antes o después terminaba en manos de los más ricos, de los más poderosos, de los poderes concentrados, o sea: de quienes pudieran pagar la mayor cantidad de agitadores. El sistema era buenísimo, descubrieron los malos. Nacían los medios de comunicación masiva.

Con los siglos de los siglos aquellos agitadores se autoproclamaron periodistas y/o publicistas, hicieron de su rebusque una industria muy lucrativa, refinaron sus técnicas de extorsión a gran escala, y supieron aprovechar cada invento moderno: la imprenta, la radio, la tele, el Internet, y lo que venga. Soportes, los llamamos ahora. Quizás Caifás también los llamó así en su arameo irrecuperable.

Llamen como les llamen, el fin es siempre el mismo: los medios.

Y si hoy los grandes capitales avanzan sobre ellos sin parar, es porque saben de su importancia decisiva en las democracias modernas, electrónicas y teledirigidas. Allí donde los medios hacen el viejo trabajo: agitar.

Por prepotencia de volúmen, ahora son ellos la auténtica autoridad religiosa de un pueblo que no precisa de verdades para creer, y sus empleados -Lanata, Leuco, Majul & Co.- los agitadores de la furia de los frustrados y los resentidos, que enceguecidos por ese odio, ya no buscan soluciones sino culpables, y no quieren justicia, sino venganza. 

Desde la crisis de la 125 en 2008, son ya catorce años de mentiras que se caen y se suceden… catorce años acusando a CFK sin pausa y sin pruebas de chorra, asesina, jefa de la banda, yegua, loca, enferma, mierda… Casi una década y media elaborando infantiles teorías sobre comandos iraníes-venezolanos capaces de desmaterializarse para atravesar paredes y matar fiscales… Viajando por el mundo detrás de las cuentas offshores de Cristina, sin encontrar siquiera las de Macri… Presentando testigos siempre "clave", que pronto los desmienten ante la justicia (Federico Elaskar, los hermanos Lanatta, el propio Alconada Mom)… Denunciando cuentas en Estados Unidos de funcionarios ka (Nilda Garré, Máximo Kirchner), al cabo negadas por la propia Reserva Federal… Casi quince años ya de mentiras, injurias, campañas y ficciones que una pandilla de fiscales y jueces -encarpetada, extorsionada o asociada-, luego consagra en los tribunales con realismo televisivo.

Como ejemplo de esa promiscuidad mediática-judicial, baste recordar la serie de acción y suspenso del fiscal Marijuan escarbando la Patagonia en busca de un PBI enterrado, como quien se presenta en los Estudios Walt Disney y pide hablar con el Pato Donald. Y así nomás el absurdo se hacía realidad.   

En la novela fundacional de la novela moderna, Viaje al fin de la noche, Ferdinand Bardamu -protagonista y alter ego de Céline-, se encuentra de golpe en medio de una batalla en el frente francés de la Primera Gran Guerra. Entonces comprende lo que pasa, y reflexiona: “uno es virgen del horror como lo es de la voluptuosidad, ¿quién podía prever, antes de entrar verdaderamente en la guerra, el contenido de la cochina alma heroica y holgazana de los hombres? En aquel momento estaba agarrado por el engranaje de la fuga en masa hacia el asesinato en común, hacia el fuego. Aquello surgía de las profundidades, y había llegado.” 

El magnicida fallido Fernando Sabag Montiel, y sus aún incontables cómplices, también surgían de las profundidades... y un día, una noche, llegaron. 



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domingo, 4 de septiembre de 2022

ATENTADO A CFK: EL ABISMO POSIBLE…


Un blanco a pocos centímetros, imposible errarle. Cinco balas en el cargador, más que suficientes. Dos disparos, con uno hubiese bastado. Todo estaba listo para encender un infierno nacional cuyas consecuencias y desenlace superan por mucho la imaginación de un pueblo y su dirigencia al borde de un abismo, y separados por una muralla de vidrio a través de la cual se gritan sin escucharse. Mientras Estados Unidos acecha y desespera.

 

EL TIRO DEL FINAL



 


En el fondo de todas nuestras desgracias nacionales está la banalidad con que encaramos la historia.

Con una candidez tan tierna que por ráfagas parece estúpida, políticos y habladores mediáticos soñaban que el atentado a CFK marcaría “un antes y un después”, “un punto de inflexión” que hasta podría cerrar la grieta. Nada más ñoño.

El intento de magnicidio contra la figura política más importante del país, ahonda eso que llamamos grieta, y que más bien funciona como una muralla de vidrio. De un lado y del otro nos gritamos de todo, alzamos los puños, retorcemos las bocas, las caras, nos vemos, sí, porque la muralla es de vidrio, pero tan gruesa, que hace rato no podemos oírnos.

Los unos no escuchan a los otros, cada cual pesca en su propia pecera, ni gritos, ni mucho menos razones atraviesan la muralla. Al contrario, la engrosan, la fortalecen. Pero sigue siendo de vidrio, y el día menos pensado, podría astillarse y reventar como una noche de cristal que se hace añicos.

El jueves 2 de setiembre, estuvo a punto. Por lo que tiene todas las características de un milagro, la cabeza de Cristina Kirchner no estalló por televisión. Pero insumiría el tiempo y el trabajo de una gran novela imaginar qué hubiera pasado si ese milagro no se operaba. De arranque, basta considerar la reacción popular que desató apenas el pedido de condena del futbolista Diego Luciani.

Por lo pronto una era política hubiera terminado en ese preciso instante. Y para todos, oficialismo y oposición. El desorden inmediato desbordaría a los unos y los otros, y por su propia dinámica derivaría en un caos social que sólo crecería con las horas. Al Presidente Fernández la pandemia y la guerra en Ucrania, ya no le servirían de excusa para nada: hartos de estar hartos, los primeros que pedirían su cabeza, son los mismos que lo votaron. Ríos de sangre y mierda correrían por las redes y los medios arrastrando en sus torrentes a políticos y jueces, fiscales, funcionarios y periodistas que ya no podrían salir de sus casas sin temer en cada esquina un linchamiento. Antes o después, Alberto o no, el desborde social exigiría la represión, y entonces la nafta llovería sobre el fuego. Como se vio en Recoleta -y tantas veces en la historia-, los palos y los gases multiplicarían las protestas, y los disturbios seguirían por días, semanas, acaso más; demasiado tiempo para un país endeudado y sin reservas con un 40% de pobreza. La hecatombe económica se tragaría el resto. Sobre esas bases habría que empezar esa novela, cuyo desenlace precisaría de un Stephn King, o del propio Lovecraft. Apenas un milagro nos salvó de tanto horror.

Ahora todo es fiesta como en la casa de Lázaro cuando lo vieron andar. Superado el espanto del infierno posible, la oposición se divierte negando la veracidad del atentado, lamentando por redes la mala suerte del asesino, culpando a Cristina de buscar prensa; los cuatro de la Corte se preocupan por los fiscales y los jueces que participan de la investigación, y “Cristina que se joda”, les faltó agregar; mientras Alberto decreta un feriado que no todos acatan, y se abraza al fracaso de su Ministro de Seguridad Aníbal Fernández, responsable de las fuerzas que custodiaban a la vicepresidenta, y que ahora también perdieron las pruebas del celular del asesino.

De la ciénaga de estiércol de Comodoro Py, surge la figura de la jueza María Eugenia Capuchetti como toda esperanza de saber un día la verdad de la verdad.

Niña mimada del reconocido operador judicial macrista Daniel Angelici, en 2016 María Eugenia Capuchetti se convirtió en la segunda mujer en ocupar un juzgado federal, pese a no tener las mejores calificaciones, pero en cambio, sí, muy buenas relaciones.

Visitante frecuente de la AFI de Gustavo Arribas y Silvia Majdalani, de su trayectoria como magistrada se recuerda, por ejemplo, que dispuso excluir como prueba un informe que revelaba la actuación de la mesa judicial macrista; y que se excusó de actuar en la causa contra el agente de inteligencia macrista, falso abogado y extorsionador, Marcelo Dalessio. Ahora tiene un trabajo duro. Sobre todo, que le crean su trabajo.

La investigación recién comienza, pero ya se perdieron pruebas cruciales. De alguna forma, se borró el celular del magnicida. “La historia demuestra que nada es imposible”, diría Michael Corleone, y la humanidad ya está demasiado curtida como para comerse el cuento del “lobo solitario”. De ser esa la verdad, costará imponerla, y tal vez nunca nadie la crea del todo.

La sombra siniestra de Lee Harvey Oswald, se abate sobre cualquier facilismo, y enciende cualquier teoría, por más disparatada que suene.

La patraña de Dallas, murió en Hollywood, y no cerró nunca. Aún hoy, 59 años después, nadie se anima a afirmar quién mató a Kennedy. La mafia, la CIA, el FBI, los Rusos, la policía de Dallas, todos juntos... las dudas y los sospechosos crecen y se multiplican, mientras Oswald cae y cae en las apuestas.

El pueblo norteamericano nunca más fue el mismo. Nunca más creyó del todo en nadie. Pronto mataban al hermano de Kennedy y a Luther King, eyectaban a Nixon, se colgaban de los helicópteros para salir de Vietnam, volteaban las Torres Gemelas, mentían en Irak, fracasaban en Siria, en Libia y Afganistán, votaban a Trump y los arrasaba la pandemia... hasta que por fin un día marcharon al Capitolio, y lo rompieron todo.

Si no se tratara de Cristina, se podría hablar de un magnicidio simple. Pero Cristina no es una mandataria a secas, sino, y sobre todo, la única figura política argentina que inquieta a los Estados Unidos, justo en el preciso instante en que los Estados Unidos comprenden su decadencia, y desesperan, y entonces se enfrentan a Rusia, provocan a China, sacrifican a Europa, mientras la pobreza y la desolación se los comen por dentro; y así desesperados, claro, están dispuestos a todo. Desde luego, a matar a cualquiera.

“Si algo me pasa, no miren a Oriente, miren hacia el norte”, avisó CFK alguna vez.

Tal vez la jueza Capuchetti es capaz de llegar al hueso de la verdad de este atentado… o tal vez nada más se estrelle contra la muralla de vidrio, y la haga añicos.

Es difícil creer en milagros, pero si existen, son infrecuentes.


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viernes, 2 de septiembre de 2022

BRULOTES BRUTALES – Hoy: Aníbal Fernández, de caníbal a vegano…


 

Una operación mediática lo dejó para siempre sin chances electorales, pero no le impidió volver a la función pública como Ministro de Seguridad  de “mi amigo Alberto”, a quién alguna vez acusó de estar “al servicio de Héctor Magnetto”. Durante demasiado tiempo Aníbal Fernández encantó a vastos sectores del kirchnerismo con sus desboques virtuales y sus bravatas televisivas. Pero entre la impericia y la inoperancia, sus días de burlesque se terminaron.

 

 

TRISTEZAS DE UN PAYASO


 

 

"Alberto Fernández trata de desmentir, en una carta llena de agravios a la Presidenta, lo que no se ha cansado de confirmar en su constante trajinar mediático: que es una persona al servicio de Héctor Magnetto”, así comenzaba la carta que Aníbal Fernández le dedicaba a Alberto Fernández desde el diario La Nazión el 28 de julio de 2011.

Guapo del tuiter, recitador de frases hechas y refranes defectuosos, ex funcionario de Duhalde, de Ruckauf, de Néstor y de Cristina, hoy habla de “mi amigo el Presidente”; y en defensa del calamitoso acuerdo con el FMI, no dudó en atacar a Máximo cuando renunció a la presidencia del bloque, acusándolo de “portación de apellido”, y por elevación, de atrás, a Cristina.   

Víctima fatal de una campaña mediática orquestada por la inestable Elisa Carrió y el operador Jorge Lanata, en 2015 perdió las elecciones por la Provincia, y aunque demostró su inocencia -y la patraña de los otros-, nunca pudo limpiarse del todo, ni dejar de ser, para muchos, La Morsa, el rey de la efedrina. La injuria es un balde de agua, una vez arrojado, es imposible juntarlo, se sabe.

Así marcado, sin posibilidades electorales ni para concejal en Pinamar, se dedicó de lleno al panelismo televisivo y el exabrupto virtual, sin más esperanzas que volver un día a la función pública. Por fin lo consiguió. Roscando y operando desde el programa Caníbales, y entre rosarios de alabanzas al Presidente Fernández, un día volvió como Ministro de Seguridad, cargo desde el cual se dedica a elogiar las Fuerzas bajo su mando, hagan lo que hagan, y si no hacen nada también. La genuflexión como liderazgo, digamos.  

Con su clásico bigote castrense, y el ceño siempre fruncido -para mostrar compromiso, seriedad y bravura-, más allá del burlesque de sus intervenciones públicas, su gestión actual se hace difícil de evaluar porque es invisible, secreta o nula. A no ser por el viejo truco de correr punteros de barrio para simular una lucha contra el narcotráfico internacional. De tanto en tanto se jacta por el decomiso de unos cuantos kilos de marihuana, o la detención de “dos mulas”, o de cuatro perejiles. Nunca un fiscal, un juez, un comisario, un banquero, un funcionario político, sin los cuales dicho inmenso negocio sería imposible. Nunca.

Durante demasiado tiempo Aníbal Fernández encantó a vastos sectores del kirchnerismo con sus bravatas virtuales y sus payasadas televisivas. Como pescaba en su propia pecera, no ganaba adeptos, pero espantaba indecisos creyéndose sin embargo divertido. En nombre de Cristina y de Néstor, repartía para todos lados y hasta lo acusaba a Alberto de “empleado de Magnetto”, y entonces Alberto lo llamaba  “energúmeno verbal”. Días de vino y alegría que ya no volverán. 

Hoy Aníbal ya no causa gracia. De a poco sus tristes chistes ya no daban risa sino bronca, y por fin las jornadas de agosto se lo llevaron puesto.

El último fin de semana alcanzaba el mediodía de su inoperancia, cuando, como responsable de la Policía Federal -responsable a su vez de la seguridad de la vicepresidenta- se la pasó mirando por televisión cómo una policía municipal la sitiaba en su casa, mientras apaleaba manifestantes, diputados y gobernadores de su propio partido. Esta vez ni un tuit. Ningún chiste, ningún sarcasmo, ningún “mamerto”. Nada. Como si fuera nadie, ningún ministro, ninguna seguridad.

Tarde, tres días después, reapareció por televisión en el programa por supuesto de Gustavo Sylvestre, el último albertista. Una vez más, como siempre, habló mucho y no dijo nada. Intentó explicar la represión de Larreta hasta parecer justificarla, y desestimó la filmación ilegal de militantes por parte de la policía, mientras destacaba su buena relación con su par de la Ciudad Marcelo D´alessandro, responsable del desastre. Pero como toda enérgica respuesta a su mucha ineficacia, allí anunció la ampliación de la custodia de Cristina. Apenas 48 horas después, el jueves por la noche, se demostraba también su peligrosa impericia de charlatán.

Anoche, pocos minutos después del atentado, apurado por salir en la tele, reapareció en C5N para subestimar los hechos reduciendo el intento de magnicidio a "una persona que según los que estaban cerca, muestra que tenía un arma", cuando en ese mismo momento lo cortan para presentar las imágenes del arma en la cabeza de Cristina. The end. 

Al cabo de largos y muy duros párrafos, aquella carta de La Nazión dirigida a Alberto cerraba así: “La verdad es que da pena que de jefe de Gabinete de Néstor Kirchner termine de operador de Héctor Magnetto. Da pena. Porque, ¿sabe qué?, en la vida lo más importante no es cómo se comienza, sino cómo se termina”.

Ahora Aníbal habla de “mi amigo el Presidente”, y se borra cuando hace falta.

Terminó así. 


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lunes, 29 de agosto de 2022

CFK: EL HURACÁN Y SUS DESTROZOS…

 

Como una fuerza de la naturaleza, una vez más Cristina Fernández de Kirchner cruzó la realidad, y se la llevó puesta. Ni los que soñaban un país sin ella, ni los que soñaban un peronismo sin ella, saben ahora qué soñar. La reacción popular clausuró la interna del FdT, y detonó la de JxC. De un lado y del otro de la grieta, nada quedó como estaba.

 

LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

 

Museo de Cera de la Ciudad

 


Con sus hábitos de huracán que pasa y arrasa, Cristina Kirchner cruzó una vez más la realidad sin dejar nada en su lugar, ni de un lado ni del otro de la grieta.

Como advertimos el viernes, la reacción popular clausuró la interna en el Frente de Todos: manda ella, y el que no se encuadre, afuera, tal como entendieron ahora tantos  que hasta ayer nomás soñaban un peronismo sin Cristina, desde los dirigentes eviteros y cegetistas, hasta lo que queda de Alberto y lo que se crea Massa. Y también dejó claro, la reacción popular, que Cristina es inmune al fracaso de uno, y al ajuste del otro. El pueblo peronista es de ella, las penas son ajenas.

Despiertos de sus pequeñas ambiciones, los dirigentes del Frente de Todos se apuraron a correr del Parque Chacabuco al Lezama, y del Lezama a Recoleta para ponerse a la cabeza de lo que hacía ya cinco días el pueblo había decidido con la cabeza de ellos. Entonces desfilaron frente a las cámaras el remolón Gabriel Katopodis, el radical Leandro Santoro, y hasta Juan Grabois -que hace tan poco consideraba el lawfare apenas un “asunto de Cristina”-, o descerrajaban sus tuits urgentes los últimos albertistas, Julio Vitobello, Santiaguito Cafiero, y hasta Vilma Ibarra, ex de Alberto y autora de un libro contra Cristina… Ya nada era lo que era, ni nadie lo que se creía.

Sergio Massa, el superministro que negaba serlo, tendrá que retocar sus fantasías de gloria. Aún si el ajuste planificado por el prócer neoliberal y tuitero arrepentido Gabriel Rubinstein tuviera alguna posibilidad de éxito, no sería conveniente emprender una campaña prometiendo otra vez “meter presa a Cristina”, y menos aún enfrentarse con ella en una interna, por mucho apoyo que le prometa la Embajada norteamericana. El horno ya no está para esos bollos.

Y en cuanto al propio Alberto… bah. Cada día más borroso, acaso demasiado ocupado en defenderse de sus propios dichos -y de sus “amigos” de TN-, en todo el fin de semana apenas retuiteó algo -que no le importo a nadie-, y siguió mirando por televisión desde Olivos, cómo la historia pasaba por Recoleta, y lo olvidaba. A sus órdenes, el influencer Aníbal Fernández, Ministro de Seguridad de la Nación, y por lo tanto responsable de la Policía Federal -responsable a su vez de la custodia de CFK-, también será recordado por su sonoro silencio, mientras la vicepresidenta era sitiada en su domicilio por una fuerza municipal, que de paso apaleaba a los votantes del FdT. Dos Fernández, que no hacen uno.

Y del otro lado de la grieta, tampoco quedó nada en pie.

Varias veces medalla de oro en la disciplina Tiro por la Culata, el gorilaje demostró hasta qué punto es idiota esperar resultados distintos usando los mismos procedimientos. En el 45 creyeron que bastaba encerrar y proscribir a Perón. Los resultados de la ocurrencia son por todos conocidos. Sin embargo, 78 años después, repitieron la astucia. Los resultados están a la vista.

Rehén del espionaje de su propio su jefe, Horacio Rodríguez Larreta quiso a hacerse el duro con sus vallas y sus hidrantes, para terminar reculando con sus vallas y sus hidrantes decorados por la militancia entre pintadas y afiches de Todos con Cristina; y allí se largó Todos contra Todos de los cambistas. Bullrich que le pega a Larreta, Carrió que lo defiende a coro con Ritondo, al que antes Carrió acusó de narco... Es dable pensar que Macri le ordenó la represión como quien lo baña en nafta, y le arroja un fósforo. Pero sumiso, desconcertado o extorsionado, el intendente se arrojó nomás sobre la granada, y bueno...

Tarde, vencido y chamuscado, hacia la noche del sábado salió a explicar por televisión lo que ya ni los vecinos de Recoleta habrían de escucharle. Indignado porque se hablaba de “la policía de Larreta”, y para limpiar su desastre, intentó un gracioso reconocimiento de esa misma policía que asesinó a Lucas Gonzáles y a otras 130 personas desde el 1 de enero de 2017; la que reprimió en el Borda, la que les pegó a los maestros tantas veces, y a las enfermeras en plena pandemia; la misma policía que tiene un agente desparecido hace más de tres años -Arshak Karahnyan-, y que ni siquiera busca, porque, todo indica, lo desapareció ella misma: la policía de Larreta.

La foto será inolvidable. A su alrededor, como embalsamados, se plantaron algunos de los máximos referentes cambieros, cuyos rictus amargos, resultaban por lo mismo cómicos. El primo de su jefe -el jefe no fue-; María Eugenia Vidal -dura como trabada-, siempre firme y detrás de ella, el pistolero Cristian Ritondo; el infaltable Diego Santilli, serio como una moneda; el exliberal, exradical, exkirchnerista, expro, exconservador, exneoliberal, y ahora radical de nuevo, Martín Lousteau; y hasta la minúscula hormiguita Graciela Ocaña, casi insustancial en un extremo de la foto. Qué risa. Diría Discépolo: una risa que dan ganas de llorar.

Y es que en política ignorar al pueblo, conlleva ese riesgo: no entender nada. 

Por impedir la candidatura de Cristina, la lanzaron. Por acabar con el peronismo, lo revivieron. Por romper el Frente de Todos, lo organizaron. Por intentar someter a un país, lo levantaron. Por perseguir a Cristina sin pruebas, Cristina hizo públicas las pruebas que ahora habrán de perseguirlos. Todo salió mal.

Pero ahora los políticos argentinos, de Alberto a Macri, saben ya que hablan para nadie. Para los empleados de Magnetto, acaso; para esos cuantos cacerolos y guillotinadores que alborotaban la esquina de Juncal y Uruguay, y que ya difícilmente vuelvan; para el público menguante de Leuco y sus leucocitos; para esa porción de la ciudadanía que en 2019 -aun con Alberto de candidato, y tras más de una década de persecución mediática y judicial-, no les sirvió para nada. Por muchos ruidos que hagan con la boca, las masas sólo escuchan a Cristina, y sólo a ella le creen.

Pero esto recién comienza. Como una buena serie que ninguna plataforma ofrece, los capítulos por venir requerirán tres toneladas de pochoclo.

¿Cómo terminará la causa vialidad? ¿Se animarán a condenarla, encerrarla y proscribirla? ¿O recularán en chancletas, como hicieron con el 2x1?... ¿Investigará la justicia los cientos de chats entre Nicky Caputo y José López? ¿Y la procedencia de los dólares de sus bolsitos?... El embajador norteamericano Marc Stanley ¿seguirá oficiando de cupido entre Larreta y Massa?... Cuando le explote en las manos la bomba que está armando ¿cómo hará Massa para atarse los zapatos?... ¿Los eviteros Chino Navarro y Emilio Pérsico, recuperarán el habla? ¿Confesará el fiscal Luciani que es kirchnerista? ¿O dejará que la gloria de esta resurrección se la lleve cualquiera?...

Muchas son las intrigas de una serie a la que le sobra reparto, pero sólo tiene dos protagonistas: Cristina, y su pueblo.



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